Esta es una de las historias más surrealistas que me ha ocurrido. Un día, tuve que ir a la casa de un compañero para trabajar, y durante la hora del almuerzo, tuve la oportunidad de conocer a sus hijos. Eran tres en total, pero dos de ellos captaron mi atención en particular debido a sus constantes discusiones y a sus personalidades tan opuestas que parecían contradecirse en todo momento.
Sé que es normal que los hermanos peleen; de hecho, yo mismo lo he experimentado. Sin embargo, este caso en particular me impactó tanto que sentí la necesidad de convertirlos en personajes para recordarlo: ¡Magenta... y su hermano Rodolf!
Que lindo ser padre, si hasta a veces da ganas de cortarse los...
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